El miedo es una emoción normal y universal, necesaria y adaptativa que todos experimentamos cuando nos enfrentamos a determinados estímulos tanto si son reales como si son imaginarios.
Los miedos ayudan a enfrentarse de forma adecuada a situaciones difíciles y que suponen una amenaza, ayudándonos a evitar riesgos innecesarios. Son reacciones emocionales que forman parte del desarrollo y forman parte de la naturaleza humana.
Los niños a lo largo de su desarrollo sufrirán y experimentarán numerosos miedos: a la separación, a los extraños, a los ruidos fuertes, a la oscuridad, a quedarse solos, a los animales, al colegio, etc. La mayoría serán pasajeros y no representarán ningún problema, irán apareciendo y desapareciendo en función de la edad y del desarrollo evolutivo
Hasta los 2 años de edad predominan, el miedo a la pérdida de sostenimiento, a los ruidos fuertes, los desconocidos, a la separación de los padres.
De los 3 a los 5 años remiten los miedos a las pérdidas de sostenimiento y a los desconocidos, persistiendo a los ruidos fuertes y a la separación y apareciendo el miedo a la oscuridad, los animales, las máscaras, los payasos, al daño físico.
De 6 a 8 años aparecen los miedos a los monstruos y las tormentas, persisten los miedos a la separación, la oscuridad, el daño físico y los animales y desaparece a los ruidos fuertes.
De 9 a 12 años remite el miedo a la separación, a la oscuridad y a los monstruos, persisten a los animales, al daño físico y a las tormentas y aparecen al colegio y a la muerte.
¿Qué es el miedo nocturno?
El miedo a la oscuridad suele aparecer en torno a los dos años y desaparecer generalmente hacia los nueve.
Puede producir una gran ansiedad por la noche y sobre todo a la hora de acostarse, provocando un gran malestar y temor a dormir solos o quedarse a oscuras, generalmente va asociado a diferentes tipos de miedos como monstruos, brujas, ladrones, seres imaginarios ocultos que pueden aparecer en cualquier momento…El miedo a la oscuridad, a veces irá acompañado de alteraciones del sueño como por ejemplo pesadillas o terrores nocturnos.
Pautas generales para evitar el miedo nocturno:
- Practicar juegos en la oscuridad durante el día: la gallinita ciega, sombras chinescas, regalos escondidos en la oscuridad, etc.
- No demostrar y manifestar los miedos delante de los niños.
- Seleccionar las lecturas infantiles adecuadas. Contar cuentos agradables.
- Establecer una rutina relajante y clara para acostarse
- La luz, el ruido y las condiciones climáticas de la habitación serán las adecuadas.
- Si nuestro hijo o hija pide la presencia de luz, podemos recurrir a un piloto de luz para tranquilizarlo.
- Si el niño tiene pesadillas, consolarle con la luz apagada.
- Actuar con la máxima tranquilidad cuando presenta la respuesta de miedo, o el “ataque de pánico”. Hablar con tonos bajos, ritmos y movimientos pausados y lo más relajadamente posible. Dar apoyo afectivo y, siempre que sea posible, contacto físico.
- Establecer una hora para acostarse: una vez decidido se debe de proceder con firmeza y no transigir en esta cuestión.
- Unos 15 minutos antes de la hora establecida, avise a su hijo de que se aproxima la hora de irse a la cama. Organice y prevea todo de modo que en esos minutos transcurran con alguna actividad tranquila.
- Colocar junto al niño todo lo que pudiera necesitar para la noche.
- Despídase de su hijo, dele un beso y las buenas noches.
Qué debemos evitar ante el miedo nocturno:
- Reírnos de las reacciones que presenta el niño.
- Encender la luz al entrar en la habitación.
- Mostrar angustia y preocupación.
- Dale algún beneficio por la situación de miedo pasada (actúa como refuerzo de la situación).
- Ponerse a jugar con él cuando se despierta
- Quedarse a dormir con él cuando se despierta
- Insistir con argumentos y recordándole continuamente su miedo.
- Forzarle de maneras bruscas o autoritarias a afrontar los estímulos fóbicos.
- Amenazarle con el estímulo al que tiene miedo.
- Protegerle en exceso evitándole cualquier estímulo amenazador o cualquier enfrentamiento al estímulo fóbico…